De: Omar Zapata [email protected]
Asunto: No sé si hay un ecologismo infantil pero si creo que hay un desarrollismo senil
Fecha: 15 febr 2010
Entrevista con el investigador Joan Martinez Allier “No sé si hay un ecologismo infantil pero sí creo que hay un desarrollismo senil”
Marc Saint-Upéry The Anarchist
Autor de la obra clásica Ecología económica (1987), que ha influenciado a todauna corriente de investigadores y militantes ambientalistas y ecosocialistas, el catalán Joan Martínez Allier explora desde hace cuatro décadas la dialéctica entre las necesidades humanas, los conflictos sociales y las condiciones ecológicas en unos estudios donde convergen la crítica de la economía política, la antropología social, las leyes de la termodinámica y las ciencias de la vida. Estaentrevista recorre las pistas de un pionero fundamental en estos tiempos en los que los modelos de desarrollo vuelven a ser parte de la discusión central en América Latina. ¿En sus trabajos de campo en Cuba y en Perú, en los años 70, las referencias sobre la cuestión campesina apelan al debate de un marxismo abierto, pero todavía clásico, y de la antropología social: Chayanov (1), Eric Wolf (2), etc.Pero usted cita también a Karl Polanyi. Concretamente, ¿cual ha sido el puente entre este tipo de debates, de economía agraria, y el discurso ecológico?En esa época yo vivía con una antropóloga, Verena Stolcke. Por otro lado, en Perú entre en contacto con gente que hacia antropología ecológica, como el gran especialista de las culturas andinas John Murra, antropólogo estadounidense de origenrumano que participó en la Guerra Civil española en las filas republicanas. Él se preguntaba sobre el funcionamiento de los intercambios en sociedades sin mercado o con mercados periféricos, como después de la conquista española. Estos intercambios eran absolutamente necesarios desde el punto de vista ecológico en cualquier sistema montañoso, porque una comunidad no puede vivir de los productos de unsolo piso ecológico. En 1971-72, en Perú estuvo un antropólogo estadounidense de Amherst, Brooke Thomas, quien estudiaba las calorías que circulaban entre estos distintos pisos ecológicos. Me interesé mucho por ese tema y además había hecho cursos en economía de la alimentación. Así fue como me convertí en uno de los pocos economistas capaces de contar calorías y proteínas, porque hay muchoseconomistas que se dedican a lo metafísico y no hablan de este tipo de cosas. Así es como accedí a la antropología ecológica, leyendo también los textos clásicos, el libro de Roy Rappaport, Pigs for the Ancestors (Cerdos para los antepasado. El ritual en la ecología de un pueblo en Nueva guinea) y justo coincidió con la crisis petrolera de 1973. Recuerdo que daba unos cursos de antropología económicaen la universidad de Campinas, en Brasil, y todo el mundo empezaba a hablar de energía. Es interesante, porque su trayectoria hacia la economía ecológica no pasa directamente por una critica de tipo epistemológico de los modelos económicos ortodoxos o marxistas, sino
más bien por el camino de una antropología ecológica muy concreta…Sí, yo además tenia una cierta sensibilidad política por el temade la autonomía de las comunidades campesinas, una sensibilidad de tipo populista en el sentido ruso, de los “narodniki” (3). En esa época Eric Hobsbawm estuvo en Perú y yo había leído sus escritos sobre Andalucía, un capitulo de Rebeldes primitivos con el que yo no estaba del todo de acuerdo. Hobsbawm pensaba que los campesinos eran un tipo de “rebeldes primitivos” y que la verdadera vanguardiaera el proletariado industrial y el partido de los proletarios. Yo no era estrictamente anarquista pero estaba muy influenciado por la historia de Cataluña y también por la gente de Ruedo Ibérico, que estaba dirigido desde Paris por un anarquista exiliado, Pepe Martínez. Así que estaba muy abierto a una sensibilidad, por así decirlo, antileninista. Además, en esa época en Perú
había una fuerte…