Tratado de culinaria para mujeres tristes

Tratado de culinaria para mujeres tristes
Héctor Abad Faciolince

TITULO ORIGINAL:
Tratado de culinaria para mujeres tristes
©
Del texto: 1997, Héctor Abad Faciolince

De esta edición
alfaguara
1997, Editorial Santillana S.A.
Calle 80 No. 10-23
Teléfono 6 35 12 00
Santafé de Bogotá – Colombia

Grupo Santillana de Ediciones S.A.
Torrelaguna 60. 28043 Madrid
Aguilar, Altea, Taurus,Santillana S.A.
Beazley 3860. 1437 Buenos Aires
Aguilar, Altea, Taurus, Santillana S.A. de C.V.
Avda. Universidad, 767 Col. del Valle. México, D.F. C.P. 03100
I.B.S.N.: 958-24-0351-9
Impreso en Colombia

Primera edición, noviembre de 1997
Primera reimpresión, abril de 1998
Segunda reimpresión, septiembre de 1999
Tercera reimpresión, julio de 2000

Una editorial del grupo Santillanaque edita en:
Argentina, Bolivia, Colombia, Costa Rica, Chile, Ecuador,
España, EEUU, México, Perú, Portugal Puerto Rico,
Santo Domingo, Uruguay, Venezuela

Diseño de la colección
José Crespo, Rosa Marín, Jesús Sanz

Ilustración de Cubierta
Ana Cristina Vélez, 1997

Todos los derechos reservados.
Esta publicación no puede ser reproducida, ni en todo,
ni en parte, ni registrada en, nitransmitida por, un
sistema de recuperación de información, en ninguna
forma, ni por ningún medio, sea mecánico, fotoquímico,
electrónico, magnético, electroóptico, por fotocopia, o
cualquier otro, sin el permiso previo por escrito de la editorial.
Nadie conoce las recetas de la dicha. A la hora desdichada vanos serán los más elaborados cocidos del contento. Incluso si en algunas la tristeza esmotor del apetito, no conviene en los días de congoja atiborrarse de alimento. No se asimila y cría grasa la comida en la desdicha. Los brebajes más sanos desprenden su ponzoña cuando son apurados por mujer afligida.
Sana costumbre es el ayuno en los días de desgracia. Sin embargo, en mi largo ejercicio con frutos y verduras, con hierbas y raíces, con músculos y vísceras de las variadas bestiassilvestres y domésticas, he hallado en ocasiones caminos de consuelo. Son cocimientos simples y de muy poco riesgo. Tómalos, sin embargo, con cautela: los mejores remedios son veneno en algunas. Pero haz la prueba, intenta. No es bueno que acaricies, pasiva, tu desdicha. La tristeza constipa. Busca el purgante de las lágrimas, no huyas del sudor, tras el ayuno prueba mis recetas.
Mi fórmula esconfusa. He hallado que en mi arte pocas reglas se cumplen. Desconfía de mí, no cocines mis pócimas si te asalta la sombra de una duda. Pero lee este intento falaz de hechicería: el conjuro, sí sirve, no es más que su sonido: lo que cura es el aire que exhalan las palabras.
En las tardes de lluvia menuda y persistente, si el amado está lejos y agobia el peso invisible de su ausencia, cortarás de tuhuerto veintiocho hojas nuevas de hierba toronjil y las pondrás al fuego en un litro de agua para hacer infusión. En cuanto hierva el agua deja que el vapor moje las yemas de tus dedos y gírala tres veces con cuchara de palo. Bájala del fuego y deja que repose dos minutos. No le pongas azúcar, bébela sorbo a sorbo de espaldas a la tarde en una taza blanca. Si al promediar el litro no notas ciertoalivio detrás del esternón, caliéntala de nuevo y échale dos cucharadas de panela rallada. Si al terminar la tarde el agobio persiste, puedes estar segura de que él no volverá. O volverá otra tarde y muy cambiado ya.
Haces volteretas con el cuerpo y la imaginación para evadir la tristeza. ¿Pero quién te ha dicho que se prohíbe estar triste? En realidad, muchas veces, no hay nada más sensato queestar tristes; a diario pasan cosas a los otros, a nosotros, que no tienen remedio, o mejor dicho, que tienen ese único y antiguo remedio de sentirnos tristes.
No dejes que te receten alegría, como quien ordena una temporada de antibióticos o cucharadas de agua de mar a estómago vacío. Si dejas que te traten tu tristeza como una perversión, o en el mejor de los casos como una enfermedad, estás…