Tlacaelel

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A la memoria de mihermano Miguel
A Gaby mi esposa
A Carlos Miguel mi hijo

“…oquipan oquimatian mochiuh in tlacatl
catea initoca Tlacayelleltzin Cihuacohuatl in
cemanahuac tepehuan”.
“…y esto ocurrió en la época
del señor Tlacaélel; el
Cihuacóatl, el Conquistador
del Universo”.
Crónica Mexicáyotl, de Fernando Alvarado Tezozómoc.

Capítulo I
EL EMBLEMA SAGRADO DE QUETZALCOATL
Tlacaélel recorriólentamente con la mirada el fas­cinante espectáculo que se ofrecía ante su vista:
En el amplio patio interior del templo principal de Chololan, al pie de la gigantesca y antiquísima pirá­mide, estaba celebrándose la ceremonia de iniciación de los nuevos sacerdotes de Quetzalcóatl.
La luz de más de un centenar de antorchas, en las que ardían aromáticas esencias, iluminaba el recinto con cambiantestonalidades. Una doble hilera de sacer­dotes, alineados en ambos costados del patio, entona­ban con rítmico acento antiguos himnos sagrados. Centeotl, el anciano sumo sacerdote, oficiaba la cere­monia ostentando sobre su pecho” el máximo símbolo de la jerarquía religiosa: el Emblema Sagrado de Quet­zalcóatl. En el centro del patio, dentro de un enorme círculo de pintura blanca, se encontraba elpequeño grupo de jóvenes —entre los cuales estaba el, pro­pio Tlacaélel— que recibirían en aquella ocasión el alto honor de entrar a formar parte del denominado sacerdocio blanco, consagrado al culto de Quetzal­cóatl.
Para los jóvenes que en medio del complicado cere­monial iban siendo ungidos por el sumo sacerdote, aquel acto constituía la culminación de una meta lar­gamente soñada, y lograda através de varios años de incesantes esfuerzos.
De entre varios miles de adolescentes que en to­das las comunidades náhuatl aspiraban a ser admi­tidos en el templo de Chololan, se escogía cada cinco años a cincuenta y dos candidatos. El criterio selec­tivo resultaba riguroso en extremo; no sólo era nece­sario poseer una conducta ejemplar desde la infancia y contar con amplias recomendaciones de losprinci­pales sacerdotes de la comunidad donde habitaban, sino que además, debían salir airosos de las difíciles pruebas que los sacerdotes de Quetzalcóatl impo­nían para valorar la capacidad de los aspirantes.
La extrema dureza de los sistemas de enseñanza utilizados en el templo de Chololan, motivaba una con­siderable deserción a lo largo de los cinco años del noviciado, por lo que rara vezlograban ingresar como nuevos miembros de la Hermandad Blanca más de media docena de jóvenes.
Una vez investidos con la prestigiada dignidad de sacerdotes de Quetzalcóatl, los así ungidos regresaban a sus lugares de origen, donde muy pronto ocupa­ban puestos relevantes, ya fuera como jefes militares y dirigentes eclesiásticos, o incluso como reyes de los múltiples y pequeños señoríos en que habíaque­dado fragmentado el mundo náhuatl tras la desa­parición, ocurrida varios siglos atrás, del poderoso Imperio Tolteca.
Diversas circunstancias singularizaban al grupo de novicios que en aquella ocasión estaban siendo orde­nados como sacerdotes de Quetzalcóatl. Una de ellas era la de que por vez primera figuraban en dicho gru­po dos jóvenes aztecas: Tlacaélel y Moctezuma, hijos de Huitzilíhuitl —quefuera segundo rey de los tenochcas— y hermanos de Chimalpopoca, quien go­bernaba bajo difíciles condiciones al pueblo azteca, pues éste se hallaba sujeto a un vasallaje cada vez más oprobioso por parte del Reino de Azcapotzalco. Otro de los motivos que singularizaba a la nueva genera­ción de sacerdotes, era el hecho de que formaba parte de ella Nezahualcóyotl, el desdichado príncipe de…