“Lo mejor que coleccioné en mi vida fueron mis caracoles. Me dieron el placer de su prodigiosa estructura: la pureza lunar de una porcelana misteriosa…”. Recolectar caracolas fue casi una obsesiónpara Pablo Neruda. En su búsqueda de nuevas piezas, rastreó mercadillos de todo el mundo, exploró playas bañadas por los diferentes océanos y utilizó las mañas necesarias para que amigos o conocidosle obsequiaran con piezas únicas.
Ahora, parte de este tesoro que el poeta reunió durante 20 años y que le sirvió de inspiración, se despliega por primera vez ante el público. La cita es en Madrid,en la sede del Instituto Cervantes, que acoge, hasta el 24 de enero, 453 de las casi 9.000 caracolas que el poeta donó a la Universidad de Chile en 1954 gracias a la exposición ‘Amor al mar. Lascaracolas de Neruda’, organizada por el Instituto Cervantes, la Embajada de Chile en España y la Universidad de Chile.
Las piezas desembarcadas en Madrid son las más espectaculares y el visitante puedeobservarlas mientras recorre las curvas del océano improvisado de la sala con el sonido del mar de fondo o escuchando, como salida de una caracola, la voz del premio Nobel de Literatura recitando suspoemas.
“Neruda encontró en las caracolas una inspiración constante, el asombro frente al prodigio extraordinario de la naturaleza, explica Pedro Núñez, comisario de la exposición.
El poetaencontró en sus caracolas la metáfora de la diversidad del mundo a pesar de las rígidas proporciones matemáticas que rigen su estructura espiral. Una cuestión que abordó en su poesía, también sacudida porla omnipresencia de un mar que conoció con 15 años. “Incluso antes de conocerlo, Neruda ya presentía la importancia que el mar tendría en su poesía. Su encuentro con él cambió su visión del mundo”,afirma Núñez.
Quizás por eso coleccionara todo tipo de objetos relacionados con los océanos, desde mascarones de proa hasta barquitos en botellas.
Pero la joya de la corona eran las caracolas….