Las fracturas del Estado en América Latina
Darío I Restrepo Botero
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Junio de 2006
De la colonia a la independencia: archipiélagos de hegemonías territoriales
Las colonias de España y Portugal en América Latina no tuvieron intención ni capacidad alguna de unificar un mercado nacional, ni una integración territorial en los países dominados. La administracióncolonial se organizó como artefacto de pillaje de las materias primas y del trabajo esclavo de indios y negros, para lo cual distribuyó entre los súbditos de sus majestades feudos de dominación relativamente inconexos entre sí, e intensamente subordinados a la metrópoli.
A pesar de la masiva participación de los pobres y desarrapados de América en las gestas de independencia, la dirección políticaestuvo en manos de las altas clases sociales nacidas en el nuevo continente. El resultado político de la derrota del colonizador no revolucionó las relaciones sociales de producción. La independencia unió pueblos contra el invasor, pero no superó la fragmentación territorial, de mercados, poblados, clases y castas dominantes, ni tampoco superó rápidamente las frágiles instituciones centrales delos países. En las primeras décadas de los Estados independientes continuó el régimen de la hacienda, los esclavos, las oligarquías y la negación de derechos políticos a indios, campesinos, trabajadores y mujeres.
No debe extrañar entonces que en toda América el debate entre centralistas y federalistas fuera importante, partiera aguas entre las primeras agrupaciones ideológicas, partidistas yde intereses territoriales; e incluso fuera motivo para más de una guerra interna y varias dislocaciones de Estados. La defensa de Estados centrales y presidenciales fuertes se justificó para evitar la desmembración del territorio, poner orden sobre líderes locales demasiado autónomos, controlar y administrar poblados carentes de instituciones, ordenar una tributación nacional, regular prácticaseconómicas, mercados y relaciones de trabajo y apaciguar las demostraciones de dominio e independencia de aparatos militares con demasiada autodeterminación territorial. La opción federalista repulsó el centralismo asociado a proyectos impositivos de poder autoritario que desconocían fuerzas, culturas, idearios e intereses económicos de los archipiélagos de hegemonías regionales constitutivos de lasnaciones liberadas. La legitimidad, la gobernabilidad y la estabilidad de las naciones debían resultar del reconocimiento de fuertes autonomías territoriales garantizadas por Estados federales.
No siempre los países optaron por una forma espacial contra otra, por el contrario en muchos de ellos el siglo XIX fue época fecunda para movimientos oscilantes entre centralismo y federalismo, aunquehacia finales de 1800 todos hubieran adquirido la forma de organización estatal que perdura aun hoy día: Estados unitarios o Estados federales.
Los productos de exportación en el siglo XIX ayudaron a generar poderosas clases dominantes, rentas para financiar el Estado nacional, unificar cadenas económicas y territoriales, construir instituciones y política económica a favor de los circuitosinternacionalizados, así como de los incipientes centros urbanos. Sin embargo, los mercados y el Estado siguieron siendo “de enclave”, es decir, concentrados y altamente diferenciados. Las grandes fracturas entre campo y ciudad, regiones y actividades económicas conectadas al mercado mundial o meramente locales, se nutrían de instituciones en vías de modernización, como moneda y banca central,impuestos, aduanas, rentas y empresas estatales, ejércitos nacionales y monopolio estatal de la violencia. Estas convivieron con prácticas patrimonialistas de subyugación política, social y cultural de poblados pobres y alejados. Las fracturas territoriales, de los mercados, las clases y las instituciones es una de las características principales de los Estados de América Latina en el siglo XIX, fueran…