La ética y el lenguaje nacionalista: el caso vasco

Si la ética es, en términos kantianos, la ciencia del deber ser, el estudioso de esta disciplina no puede dejar de sorprenderse de lo mucho que dista el imperativo moral de la realidad. Esta distorsión es observable a todos los niveles, sin embargo, es la estructura del lenguaje la que condiciona el esqueleto de nuestra realidad y, por ello, en este ensayo nos vamos a centrar en la ética dellenguaje, más concretamente en las particularidades del lenguaje empleado por el nacionalismo vasco.

Los nacionalismos periféricos existentes en nuestro país han sido objeto de estudio en infinidad de ocasiones, acaparando toda la atención de historiadores y políticos. Sus aspiraciones han sido explicadas desde el punto de vista del derecho internacional y de lo mitológico, pero con frecuenciaolvidamos atender a su lenguaje característico, que recogen diariamente los medios de comunicación y forma parte de la cotidianidad de la política española.

El cometido de la filosofía del lenguaje es estudiar los significados de las palabras que originan problemas para poder desentrañarlos. Hay quien puede objetar a tal pretensión que el razonamiento moral debe ocuparse de los hechos del mundo,así como de los valores morales que en él se dan; dejando a un lado las palabras, pues ellas nunca podrían producir tales hechos. No obstante, Weaver nos enseñó que “las ideas tienen consecuencias” (a veces desastrosas, como demuestra la Historia), por lo que el lenguaje, armazón de conceptos, es meritorio de nuestra mayor dedicación. Si los conceptos pueden ser descritos como símboloslingüísticos que representan o categorizan fenómenos de la realidad, la ética del lenguaje habrá de velar por un correcto uso de las palabras. Los significados de las palabras están determinados por las convenciones según las cuales las usamos. Siguiendo este código, la solidez de nuestros argumentos vendrá dada por el examen de los sentidos de las palabras que empleamos.

Pero ocurre que, más allá detodo deber ser del lenguaje, nuestra libertad nos permite seguir usando las palabras a nuestro antojo. Y prueba de ello es que el nacionalismo lleva décadas haciendo un uso poco ortodoxo del lenguaje, desvirtuando el sentido de las palabras y utilizándolo en su propio beneficio para obtener réditos políticos y electorales. Desde Sabino Arana, el PNV ha obrado según una máxima que dice que lo que esnombrado cobra existencia y lo que se nombra es creído. En esta norma reside el fundamento último de la mitología vasca, construida a lo largo del tiempo a través del control, la manipulación, la invención y la reiteración del lenguaje a modo de mantra. Se trata de un proceso eminentemente práctico, basado en la explotación de una observación según la cual la realidad no es lo que las cosas son,sino lo que la gente cree que son. En última instancia, no es más que el Teorema de Thomas aplicado a la política: “cuando una situación se define como real, es real en sus efectos”.

Así, no es real que exista un conflicto en Euskadi (no tiene lugar ninguna guerra que enfrente a Estado español con los secesionistas vascos, no hay un combate bidireccional, no hay feedback, sino que una parte matay la otra padece). Sin embargo, a base de repetirlo, el PNV ha logrado que tal afirmación sea real en sus efectos. Las referencias nacionalistas al “conflicto vasco” son percibidas con absoluta normalidad por el resto de partidos y la ciudadanía, que incluso han incorporado la expresión a su discurso, haciéndola a la vez propia y universal. Otra variante del llamado conflicto es el “problemavasco”, expresión empleada para eludir cualquier mención directa al terrorismo independentista, siempre tan incómodo.

Stalin decía: “de todos los monopolios de que disfruta el Estado ninguno será tan crucial como su monopolio sobre la definición de las palabras. El arma esencial para el control político será el diccionario”. Esta frase refleja muy bien la relevancia crucial de las palabras en…