Si algunos consideran que con la introducción de los juicios
orales por fin habrán de imperar en nuestro país los principios de
concentración, publicidad, inmediatez y finalmente el de presunción
de inocencia, entonces también habrá que concluir que
el juicio amparo —tal y como está actualmente previsto— es un
obstáculo para la expeditez del juicio penal. En la presente colaboración,
estaMagistrada del Sexto Tribunal Colegiado en
materia penal del Primer Circuito, considera que lo anterior significa
que las nuevas exigencias que plantea la transformación
del sistema de justicia penal —en especial la referente a la oralidad—,
necesariamente provocarán que se replanteen desde sus
cimientos diversos aspectos del sistema de medios de impugnación
y muy en especial de la Ley deAmparo, todo ello con el
propósito de adecuarse al nuevo sistema adversarial.
I. PLANTEAMIENTO DE LA ORALIDAD EN EL PROCESO
Cada vez que vemos o leemos los distintos medios de comunicación,
estos nos llevan a corroborar lo que algunos especialistas
nacionales en la materia han venido destacando desde hace ya
varios lustros, de que nuestro actual sistema de justicia penal se
encuentra encrisis, en todos y cada uno de sus sectores y niveles. Y
todo ello nos permite reflexionar, también, que dicho sistema está
urgido de un cambio importante, pero igualmente nos hace cuestionar
sobre cómo hacerlo.
No podemos soslayar que el incremento de los asuntos penales trae
aparejado rezago judicial; que la impartición de justicia se torna más
cuantitativa que cualitativa; y, finalmente, quetodo ello hace cuestionar
la transparencia y confiabilidad de los tradicionales juicios escri-
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tos en materia penal. En efecto, un estudio que realizó el CIDE1 en
el año de 2005, describe la situación de nuestro sistema penal en los
siguientes términos:
Policías con cuotas de arresto y facultades discrecionales, fórmula para la
arbitrariedad; reos incomunicados y maltratados, nuloreconocimiento de
los derechos humanos; oficinas desordenadas y averiguaciones judiciales
caóticas y mal intencionadas; expedientes voluminosos; jueces aislados;
prisiones preventivas de meses y años; condenas de seis años por robos
muy menores con mismo procedimiento que para homicidio; etcétera.
Asimismo, se habla de la gran desconfianza que existe de la ciudadanía
hacia los tribunales,señalándose que en la justicia penal mexicana:
“el juez es una figura ausente, inaccesible y que no escucha a
nadie”, que “los estándares constitucionales del debido proceso son
frecuentemente violados”, y que “el proceso es incomprensible a la
víctima y al acusado”, entre otros señalamientos.2 Y aún cuando estas
afirmaciones pueden ser matizadas, e incluso rebatidas, si se hace un
análisis detenido decada una de ellas, sobre todo desde la perspectiva
judicial, es evidente que no se les puede negar toda razón.
Pero también es evidente que, con el propósito de superar esa crisis
por la que atraviesa el sistema de justicia penal en nuestro país, ha
habido diversas propuestas desde el ámbito académico y, sin duda,
diversas acciones desde el lado de las instancias oficiales. Sin embargo,
lasprimeras muy poco han sido tomadas en cuenta; y por lo que
hace a las segundas, la mayoría ha sido infuncional.3 Entre las acciones
oficiales cabe mencionar, también, la Iniciativa de Reformas Judi-
46 JUICIOS ORALES Y AMPARO
1 “Juicios orales ¿De qué estamos hablando?”, Reforma, 30 julio 2005.
2 Así lo sostiene Ana Laura Magaloni, “Desconfianza en los jueces”, Excélsior, 2 de
junio de 2006.3 Por ejemplo, véase Blanco Escandón, Celia, en su artículo “Los sujetos procesales
en el nuevo proceso penal”, publicado en Temas Actuales de Justicia Penal. Sextas
Jornadas sobre Justicia Penal, México, IIJ-UNAM, 1ª edición, 2006, en el que advierte:
“La reforma es, finalmente, difícil de poner en marcha, porque enfrenta obstáculos
de diversa índole debido a que implica un cambio…