Como José Alfredo no hay otro
Por Eduardo Estrada (qepd)
El queretano Agustín Jiménez Albo era químico bacteriólogo y poseía la única farmacia de Dolores Hidalgo, Guanajuato. Su profesión y negocio le permitieron sostener a 4 hijos de primer matrimonio y otros 4 que tuvo con Carmelita Sandoval, a quién dejó viuda en 1936.
Esta carecía de aptitud para los negocios y pronto llevó la botica a laquiebra. En busca de mejor suerte, se trasladó con todo y sus hijos a la ciudad de México, donde puso casa y una pequeña tienda en la calle de Ciprés, ubicada en un barrio de clase media pobretona.
Un lustro después, ese negocio también se fue pique y nada impidió la desbandada familiar. Concepción, la hija, se casó y fue a vivir con su marido. Carmelita y dos de sus vástagos, Víctor e Ignacio,se instalaron en Salamanca, Guanajuato, donde el segundo trabajó en la refinería hasta 1953, cuando murió Su hermano José Alfredo, quien se había quedado en la capital, compuso entonces el “Corrido de Guanajuato”, que dice: “No pases por Salamanca, que ahí me hiere el recuerdo.
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José Alfredo Jiménez, de 10 años al morir su padre, a duras penas terminó la primaria en el colegio FrancoInglés, pues prefería irse de pinta con su amigo Jorge Gabilondo Patiño, hijo del célebre Cri Crí, con quien se unía a un grupo de maletillas que soñaban con ser toreros. El resto de la niñez y la adolescencia las compartió entre la guitarra y el futbol. Primero en las filas inferiores del equipo capitalino Oviedo, y después en el Marte, donde disputó sin éxito la posición de portero a un talAntonio Carbajal, más conocido por “la Tota”, quien luego participaría en 5 campeonatos del mundo con la escuadra nacional.
El relativo fracaso futbolístico obligó al joven Jiménez a buscar otro futuro. Ya había trabajado como vendedor de zapatos y se desempeñaba como mesero en una lonchería llamada “La Sirena”, por el rumbo de San Cosme. Ahí se hizo amigo de Jorge Ponce, hijo del dueño, así como delos hermanos Enrique y Valentín Ferrusca, integrantes de un trío poco afortunado, Los rebeldes, con quienes empezó a cantar en restaurantes y bares de mala muerte.
Era 1947 y en esa época, los cantantes famosos se presentaban en la radiodifusora XEW. José Alfredo iba diariamente hasta esa estación en busca de Jorge Negrete, Pedro Infante, Pedro Vargas, Miguel Aceves Mejía y otras celebridades delmomento. Se había propuesto interesarlos en sus canciones, que para entonces, ya sumaban decenas. Sólo en 1950, Andrés Huesca y sus Costeños, aceptaron entonar “Yo”:
“Fuiste en mi vida/ un sentimiento/ que destrozó toditita mi alma/ quise matarme/ por tu cariño/ pero volví a recobrar la calma/” Para fortuna de Jiménez, estaba presente Mariano Rivera Conde, director artístico de una famosa firmadisquera, quien le pidió mostrarle sus canciones, varias de ellas inspiradas por una joven veracruzana a la que el músico conoció cuando ambos tenían 21 años: Paloma Gálvez.
La musa era cuñada del dueño de un pequeño estudio de grabación en el que “Los Rebeldes” iban a hacer pruebas. La joven se hizo amiga del “muchacho de los tristes ojos azules”, quien le platicaba de su desdichado amor por unapariente lejana, maestra normalista a la que su familia le prohibió tener relaciones con el entonces mesero. Esa mujer era una a la que casi logró conquistar, era “Ella”, la que quiso quedarse cuando vio su tristeza, “pero ya estaba escrito que aquella noche perdiera su amor”.
El fracaso con “Ella” fue narrado una y otra vez a Paloma en el desaparecido café Kikos de la Avenida Juárez. De maneranatural, la desventurada historia empezó a ser suplida por un cortejo que, a la postre, culminaría en boda, en junio de 1952, con Miguel Aceves Mejía como testigo. La pareja tuvo dos hijos que llevan los nombres de la madre y el padre.
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La mujer cuenta que soportó con estoicismo los frecuentes enamoramientos del compositor, el cual llegó incluso a casarse con la hija del cómico…