Homo videns. la sociedad teledirigida

Si abres el libro de Giovanni Sartori “Homo videns. La sociedad teledirigida” (1), estate atento a los dos brazos que van a saltar de entre sus páginas para cogerte por los hombros y zarandearte un poco mientras en el aire titilen advertencias de este talante: ¡Vamos, chaval! ¿es que no te das cuenta? Espabila un poco, desamodorra tu sensibilidad intelectual, que se está desquebrajando la fibraque nos permite ahora mismo a ti y a mí conversar a través de este texto, aunque estemos lejos, aunque alguno de nosotros esté muerto.

Pensamiento combativo

El ensayo de Sartori es un ensayo combativo, pensamiento combativo, como era combativo el rock de The Clash en los ochenta. Música para no dejar las cosas igual. Reflexiones para mover las conductas. Ni unos ni el otro se conforman. Poreso abren las compuertas de su energía intelectual y atizan al entendimiento de quien osa (opta por) ponerse al alcance de su discurso.

No colabores. Reacciona. Esto es un mensaje de alarma. Así lo confiesa desde el prefacio del libro el propio Sartori. Por eso, antes de repasar los contenidos es necesario que consideremos el hecho mismo de que este ensayo haya sido redactado.

Le paguequien le pague (una empresa, un cliente particular, una institución pública con dinero de los impuestos de los ciudadanos y ciudadanas contribuyentes), el analista, el intelectual, obtiene de la sociedad, de la colectividad, la venia de poder vivir de su pensamiento. La venia y los medios para que lo haga, los medios materiales. En definitiva, la pasta y el confort. En las universidades, en loscentros de investigación, en las fundaciones, en sus despachos particulares, los pensadores trabajan con su músculo pensativo, así como los albañiles trabajan con sus bíceps en las tripas de los edificios en construcción. Unos y otros obtienen del entramado socioeconómico los valores de cambio con los que adquirir sus bienes de vida y consumo. Unos y otros, intelectuales y albañiles, devuelven a lasociedad el fruto del esfuerzo de sus músculos. Gracias, entre otros, a los albañiles el hombre vive mejor que en una choza. Y gracias a los intelectuales también mejora… ¿el qué?

Ésa es la pregunta. A diario, pensadores y pseudo pensadores de (casi) todas las latitudes del planeta (pero sobre todo de las latitudes del mundo blanco, occidental y enriquecido) llenan la pantalla de sus ordenadorescon ideas emergidas de las corrientes subterráneas de su reflexión y de su análisis; observan, analizan, estudian, comparan, conectan, desarrollan y alumbran, se supone, un plano de conocimiento. A veces, después de ese esfuerzo además publican lo pensado y ganan un dinero y una fama, y un prestigio, por lo publicado.

Sartori no ha hecho con “Homo videns” nada distinto a lo que acabamos dedescribir. Ha hecho justo eso, como tantos intelectuales. Pero ha hecho además algo más: se ha arriesgado. Le ha echado un órdago al futuro. Se ha arriesgado a que dentro de quince años se le pueda tachar de alarmista, desmesurado, exagerado, torpe, confundido y confundidor. Es decir, se ha arriesgado a que sus predicciones futuribles no se demuestren (porque no sea posible o porque no se deseereconocerlo) y caduquen como los yogures y el queso fresco.

Se ha arriesgado a que se enfaden aquellos a los que directamente interpela en su libro para que reaccionen: los padres, los educadores, los periodistas, los empresarios de la información. Literalmente se refiere a ellos en distintos momentos del libro y les señala su lasitud, su comportamiento irresponsable, su pereza o su abotargamientoen el desarrollo de las funciones que ejercen, a saber, educar a los más jóvenes, servir información de calidad, diseñar el modelo educativo, formar a los periodistas…

No tiene miedo Sartori de que se le enfaden, no tiene miedo y además tiene ganas de agitar las tranquilas aguas de la autocomplacencia de tantas personas que intervienen en la formación de los hombres y mujeres que tienen que…