HISTORIA DE LA POESÍA HISPANO-AMERICANA — I [p. 325] V : PUERTO RICO La pequeña y pobladísima isla de Borinquen, cuya tranquila prosperidad en los tiempos modernos contrasta con el infelicísimo destino de Santo Domingo, pertenece al número de aquellos pueblos afortunados de quienes puede decirse que no tienen historia. Traída a la civilización por aquel romántico viejo Juan Ponce de León, que seperdió por las soledades de la Florida buscando la fuente de la Juventud, no llamó en los primeros tiempos la atención de los conquistadores más que por sus veneros auríferos; y explotados éstos, vino a caer en el mismo olvido que Cuba, Jamaica, la Española y demás Antillas, que parecían dominio insignificante puestas en cotejo con las grandezas y maravillas del continente americano. [1] PuertoRico no tuvo Universidad como Santo Domingo y la Habana, pero sí algunas escuelas de Gramática Latina y de primeras letras, no tan pocas como se ha puesto. [2] [p. 326] Estas circunstancias, unidas a la casi incomunicación en que vivía Puerto Rico respecto de las demás colonias españolas, bastan para explicar la ausencia de tradiciones literarias en la isla durante tres siglos. Ponce de León habíatenido por cantor de sus hazañas al [p. 327] indispensable Juan de Castellanos, en los siete cantos de su Elegía sexta , que es, por cierto, de las más agradables de leer. El único recuerdo literario que el nombre de Puerto Rico sugiere en nuestra edad clásica bastaría, sin embargo, para envanecer a un pueblo de historia menos modesta. Desde 1620 hasta 1625, según unos, o 1627, según otros, estuvoel báculo episcopal de la pequeña Antilla en manos del gran poeta de la Grandeza Mexicana , de El Siglo de Oro y de El Bernardo , que después de haber regido la Abadía mayor de Jamaica tal como de sus letras y celo piadoso podía esperarse, pasó a gobernar la diócesis de Puerto Rico, cuya jurisdicción, mucho más extensa que al presente, comprendía las islas de Margarita, Trinidad y San Martín; ylas poblaciones de Cumaná, Cumagote, Nueva Barcelona, San Felipe, Santo Tomé de Guayana y otros lugares de Costa Firme. Recientes investigaciones hechas en la isla [1] permiten adicionar algo las noticias que en 1821 estampó nuestra Academia al frente de su edición de el Siglo de Oro. No sólo consta que Balbuena asistió en 1622 al Concilio provincial de Santo Domingo, sino que la Iglesia de Puertole debe especial gratitud por haberla dejado heredera de toda su fortuna, que al parecer era cuantiosa. «Pretendió Balbuena (dice D. Diego Torres de Vargas, cronista y canónigo de la catedral) hacer un convento de monjas Bernardas en el Viso y aunque envió muchos frutos y dineros en los navíos que salieron aquellos años de este puerto, los más se [p. 328] dieron; con que conociendo que Dios nuestroseñor quería que se gastase la renta en utilidad de la parte donde se ganaba, mudó de parecer, y habiendo fallecido el año 1625, mandó su hacienda a la Iglesia, con encargo de que labrase una capilla de San Bernardo para sagrario, y en ella se colocasen sus huesos, dotando la lámpara del aceite que pudiera gastar cada año, y en cada primer domingo de mes se le dijese una misa cantada, y el díadel señor San Bernardo otra, con sermón y vísperas, como todo se hace. Los oficiales de la Real Hacienda pusieron pleito al testamento de dicho obispo, por decir que no era válido su otorgamiento y S. M. mandó se diese la hacienda a la Santa Iglesia.» Las misas siguen diciéndose, y celebrándose la festividad y vísperas, pero no hay túmulo ni inscripción que exactamente indique el lugar dondedescansan los restos del poeta, que en Puerto
Rico retocó el Bernardo y escribió su prólogo, enlazando así en cierto modo la gloria de su nombre con la de la isla, y haciéndola sonar por todos los países donde se habla o entiende la lengua castellana. Una calamidad, que lo fué juntamente para Puerto Rico y para su prelado, el asalto y saqueo de la isla por una expedición de piratas holandeses que…