Enciclica juan pablo ii

LA FE Y LA RAZON.
(ENCICLICA DE JUAN PABLO SEGUNDO).

Introducción: «Conócete a ti mismo» (1-6)
CAPÍTULO I
“La Revelación de la sabiduría de Dios”
Jesús revela al Padre (7-12)
La razón ante el misterio (13-15)
CAPÍTULO II
«La sabiduría todo lo sabe y entiende» (16-20)
«Adquiere la sabiduría, adquiere la inteligencia» (21-23)
CAPÍTULO III
Caminando en busca de la verdad (24-27)Diversas facetas de la verdad en el hombre (28-35)
CAPÍTULO IV
RELACION ENTRE LA FE Y LA RAZÓN
Etapas más significativas del encuentro entre la fe y la razón (36-42)
Novedad perenne del pensamiento de santo Tomás de Aquino (43-44)
El drama de la separación entre fe y razón (45-48)
CAPÍTULO V
INTERVENCIONES DEL MAGISTERIO EN CUESTIONES FILOSÓFICAS
El discernimiento del Magisterio como diaconíade verdad (49-56)
El interés de la Iglesia por la filosofía (67-63)
CAPÍTULO VI
INTERACCION ENTRE TEOLOGÍA Y FILOSOFÍA
La ciencia de la fe y las exigencias de la razón filosófica (64-74)
Diferentes estados de la filosofía (75-79)
CAPÍTULO VII
EXIGENCIAS Y COMETIDOS ACTUALES
Exigencias irrenunciables de la palabra de Dios (80-91)
Contenidos actuales de la teología (92-99)
CONCLUSIÓN(100-108)
NOTAS AL PIE DE PÁGINA
Venerables Hermanos en el Episcopado, salud y Bendición Apostólica
La fe y la razón (Fides et ratio) son como las dos alas con las cuales el espíritu humano se eleva hacia la contemplación de la verdad. Dios ha puesto en el corazón del hombre el deseo de conocer la verdad y, en definitiva, de conocerle a Él para que, conociéndolo y amándolo, pueda alcanzar también laplena verdad sobre sí mismo (cf. Ex 33, 18; Sal 27 [26], 8-9; 63 [62], 2-3; Jn 14, 8; 1 Jn 3, 2).

INTRODUCCIÓN
«CONÓCETE A TI MISMO»
1. Tanto en Oriente como en Occidente es posible distinguir un camino que, a lo largo de los siglos, ha llevado a la humanidad a encontrarse progresivamente con la verdad y a confrontarse con ella. Es un camino que se ha desarrollado —no podía ser de otro modo—dentro del horizonte de la autoconciencia personal: al hombre cuanto más conoce la realidad y el mundo y más se conoce a sí mismo en su unicidad, le resulta más urgente el interrogante sobre el sentido de las cosas y sobre su propia existencia. Todo lo que se presenta como objeto de nuestro conocimiento se convierte por ello en parte de nuestra vida. La exhortación Conócete a ti mismo estabaesculpida sobre el dintel del templo de Delfos, para testimoniar una verdad fundamental que debe ser asumida como la regla mínima por todo hombre deseoso de distinguirse, en medio de toda la creación, calificándose como «hombre» precisamente en cuanto «conocedor de sí mismo».
Por lo demás, una simple mirada a la historia antigua muestra con claridad cómo en distintas partes de la tierra, marcadas porculturas diferentes, brotan al mismo tiempo las preguntas de fondo que caracterizan el recorrido de la existencia humana: ¿quién soy? ¿de dónde vengo y a dónde voy? ¿por qué existe el mal? ¿qué hay después de esta vida? Estas mismas preguntas las encontramos en los escritos sagrados de Israel, pero aparecen también en los Veda y en los Avesta; las encontramos en los escritos de Confucio y Lao-Tzey en la predicación de los Tirthankara y de Buda; asimismo se encuentran en los poemas de Homero y en las tragedias de Eurípides y Sófocles, así como en los tratados filosóficos de Platón y Aristóteles. Son preguntas que tienen su origen común en la necesidad de sentido que desde siempre acucia el corazón del hombre: de la respuesta que se dé a tales preguntas, en efecto, depende la orientaciónque se dé a la existencia.
2. La Iglesia no es ajena, ni puede serlo, a este camino de búsqueda. Desde que, en el Misterio Pascual, ha recibido como don la verdad última sobre la vida del hombre, se ha hecho peregrina por los caminos del mundo para anunciar que Jesucristo es «el camino, la verdad y la vida» (Jn 14, 6). Entre los diversos servicios que la Iglesia ha de ofrecer a la humanidad, hay…