EL PORFIRIATO EN MEXICO
El evidente progreso porfiriano recuperó un término perdido en los azarosos y desgarradores decenios del siglo XIX “modernidad”. Por primera vez en su historia independiente y a pesar de las contradicciones políticas y sociales internas, la república intentaba mostrarse ante el orbe como una nación civilizada y moderna.
Convencido de las bondades de la “civilizaciónmoderna”, el gobierno de Porfirio Díaz se dedicó afanosamente el reconocimiento internacional. No en términos políticos –ya contaba, formalmente, con los más importantes-, ni económicos –las inversiones fluían libremente en México-, sino también en términos morales. Era imprescindible ganar un espacio en el mundo, obtener un lugar que permitiera a la republica desasirse del termino de “bárbaro”–utilizado por las naciones europeas al referirse a México en el siglo XIX-. La “tierra prometida” no estaba dentro de los límites del país, estaba afuera, en el concierto de las “naciones civilizadas” y en sus grandes escenarios: las exposiciones universales.
Hacia finales del siglo XIX las exposiciones internacionales se convirtieron en el escaparate de la modernidad. El vertiginoso avance de la cienciay la tecnología abrió los espacios por donde entraron la luz eléctrica, el teléfono, el fonógrafo, la bombilla, el acero y el hierro para las construcciones, el petróleo y la maquinaria perfeccionada capaz de realizar la producción en masa.
La primera participación oficial de México en una exposición internacional se verificó en Philadelphia 1876. Su actuación fue modesta. Pero en 1884 DonPorfirio regreso a la presidencia, la presencia mexicana en la exposición de Nueva Orleans fue notable. La nación comenzó a demostrar un rostro diferente del que se conoció durante todo el siglo XIX: el del progreso. Con un pabellón construido con hierro y acero, conocido como La Alambra Mexicana, el gobierno de México dejó entrever un país dotado de grandes recursos, como la plata y de materias primas,como el henequén. Se mostró además generosamente abierto a los inversionistas interesados en orientar sus capitales hacia la minería o la agricultura.
En Nueva Orleans, más que una participación activa, México anunció al mundo el despegue del progreso porfiriano. El gobierno mexicano obtuvo varios reconocimientos en la exposición y desde ese momento apareció ante sus ojos el lugar donde debíaconsolidar su reconocimiento internacional, no en Estados Unidos, sino en Europa, en la ciudad luz: París.
En la Exposición Universal de París (1889), México participó con un pabellón en forma de palacio azteca y llevó a Europa una premisa novedosa para su propia modernidad, justificada en todos los niveles del régimen porfirista, y cuya importancia sería permanente incluso para los gobiernosrevolucionarios del siglo XX: veneración por el pasado indígena.
El positivismo liberal porfiriano creyó encontrar las raíces más profundas de la identidad nacional en el periodo precortesiano. Era necesaria la reivindicación social, moral e histórica del indio muerto, porque con los indios vivos, como la etnia yaqui en Sonora, o la maya en Yucatán, que no conocían mayor “modernización” que la de suscostumbres-, el gobierno mantenía un estado de guerra y de exterminio permanentes. El anhelado progreso, sin embargo, no se entendía sin el reconocimiento de ese lejano pasado, y así lo expreso Justo Sierra: “un país que, aunque poseído de la fiebre del porvenir, una fiebre del crecimiento… no ha perdido un átomo del apego religioso a su historia… Todo ese mundo precortesiano… es nuestro, es nuestropasado, lo hemos incorporado como preámbulo que cimienta y explica nuestra verdadera historia nacional”.
Y la “verdadera historia nacional” llevó a París el magno “palacio azteca”, vistoso pabellón que albergo en su interior muestras de arte mexicano – pintura, escultura, cerámica-; ejemplos de la riqueza minera de l país, cartas geográficas y geológicas, y gran variedad de productos agrícolas,…