Y en esto fue pensando muy gran tiempo, así que una noche estando en su cama, rogó a Nuestro Señor Dios que Él por la su santa piedad le quisiese ayuntar a su mujer y a sus hijos en aquella honra que él era, y adurmiose luego. Y escontra la mañana oyó una voz que decía así: «Levántate y envía por toda la gente de tu tierra, y muéstrales en cómo con esta mujer fuiste casado con ella que no con laReina, y hubieras en ella aquellos dos hijos, y de que tú y la Reina mantuvistes castidad hasta que Dios ordenó de ella lo que tuvo por bien, y que quieran recibir aquella tu mujer por reina, y a Garfín y a Roboán por tus hijos. Y sé cierto que los recibirán muy de grado».
El Rey se levantó muy aína y envió por el canciller y por todos los escribanos de su corte, y mandoles que hiciesencartas para todos los condes y duques y ricos hombres, y para todas las ciudades y villas y castillos de todo su señorío, en que mandaba que le enviasen de cada lugar seis hombres buenos de los mejores de sus lugares, con cartas y con poder de hacer y otorgar aquellas cosas que hallase por corte que debían hacer de derecho, de guisa que fuesen con él todos por la Pentecosta, que había de ser de la datade estas cartas hasta un año.
Las cartas fueron luego enviadas por la tierra muy apresuradamente, de guisa que antes del plazo fueron todos ayuntados en su palacio mayor. Y él asentose en su silla, su corona noble en la cabeza, y envió por aquella dueña su mujer, y por Garfín y Roboán sus hijos. Y cuando llegaron al palacio, dijo el Rey así: «Amigos y vasallos leales, yo hube este reino porla merced de Dios, que me quiso guiar y endrezar, y darme seso y poder y ventura buena, porque yo pudiese descercar esta ciudad donde tenían cercado al Rey que fue antes que yo, y hube su hija por mujer; pero Dios por la su merced no quiso que viviese con ella en pecado, por yo fuera antes casado con otra mujer, de que no sabía si era muerta o viva, y hasta que yo supiese mayor certanedad de ellodije a la Reina mi mujer que por un pecado grave que yo hiciera que me dieran en penitencia que mantuviese castidad por dos años. Y ella, como de santa vida, dijo que mantendría castidad conmigo, y yo que la mantuviese otrosí, ca más quería amigo de Dios y que cumpliese mi penitencia que no vivir en pecado mortal y haber Dios airado. Y antes que el plazo de los dos años se cumpliese, quísola Diosllevar para sí, y así como aquella que era su sierva y mantenía muy buena vida como todos sabéis. Y en este tiempo veía yo aquí mi mujer la primera y dos hijuelos que en ella hubiera, y conocía a la mi mujer muy bien, comoquiera que ella no me conocía. Ca los hijos perdilos muy pequeños y no me podía acordar bien de ellos, salvo ende que me acordaba cuando la buena dueña contaba de cómo losperdiera y cuál lugar. Y son estos y aquella buena dueña que y veis, y Garfín y Roboán sus hijos y míos; mas en tiempo de la Reina, que Dios perdone, no me atreví a decirlo, por miedo de no meter escándalo y duda en los de la tierra. Por que os ruego que, pues Dios así lo quiso ordenar que la Reina y yo viviésemos en pecado mortal, y me quiso aquí traer la mi mujer primera y los mis hijos, que os plegaque me mantenga con ellos así como debo».
Todos los de la tierra fueron muy espantados, y se maravillaron mucho de esto que el Rey decía, y comenzaron a hablar entre sí y a murmurear. Él estaba muy espantado, y cuidaba que no hablaban ni murmureaban por al sino por cumplir su voluntad, y dijo: «Amigos, ¿por qué no respondéis? ¿Pláceos que sea esto que yo os pido o no? Pero quiero que sepáispor cierto que antes os sabría dejar el reino que vivir sin mujer; ca viviendo sin ella y no conociendo mis hijos como debía, viviría en pecado mortal, y tengo que por esta razón que haría Dios mal a mí y a vos.»
Levantose en pie el conde Nafquino, que era el más anciano y el más poderoso de toda la tierra, y dijo así: «Señor, rey de virtud, no quiera Dios que por ninguna cosa del mundo vos…