Valladolid. En la mañana fría y soleada, tan castellana como el autor, los cipreses proyectaban su alargada sombra contra los muros de la catedral que esperaba la llegada de la comitiva fúnebre.Frente al enorme edificio, la escultura de otro Miguel, en este caso de Cervantes, aguardaba a su tocayo y conciudadano. Y en la entrada, los admiradores más madrugadores del literato se disponían arendir homenaje a Miguel Delibes, que ayer viernes falleció a los 89 años en su casa. Un homenaje cargado de cariño y respeto en el que muchos echaron de menos la presencia de la familia real.
Algunos,como Flori Olmedo, ya pasó ayer por la capilla ardiente instalada en el Consistorio para presentar sus respetos. “Me da mucha pena”, asegura. Esta mujer de 64 años llegó a mantener correspondencia conel escritor. “Nunca me acerqué a él por respeto”, dice. Pero sí se atrevió a llamar a casa de uno de sus hijos, Germán, cuya esposa la animó para que le escribiera. Lo hizo y Don Miguel le contestó,siempre a mano, menos en los últimos tiempos, en los que sólo su firma era manuscrita.
Por la calle, hombres de gorra calada y abrigo oscuro, con el periódico recién comprado bajo el brazo,recuerdan a Delibes, ese personaje al que casi cada vallisoletano había visto pasear por la Acera Recoletos, prácticamente hasta el último día, como recuerda a la salida del funeral uno de sus vecinos. Enlos kioskos, los ejemplares de El Norte de Castilla, su periódico -que dirigió entre 1958 y 1963- se compran hoy a pares, incluso después de que el diario sacara ayer una edición especial a media tarde.Entretanto, al ayuntamiento seguían llegando cientos de personas que se sumaban a las 18 mil que ayer ya presentaron sus respetos al literato. “A las 12 de la noche abrimos incluso para quepudiera pasar a despedirse un hombre que había venido de Aragón con su hija de diez años”, cuenta el alcalde, Javier León de la Riva.
Junto a él, gran parte de las autoridades locales y regionales…