Artística artillería de un
irónico infante difunto
El último legado literario que lúdicamente nos dejara el gran gibarito antillano Guillermo Cabrera Infante, fue la clarividente crónica queescribiera sobre la calamitosa caída estrepitosamente peligrosa que sufriese su abominable enemigo acérrimo, el legendario líder autócrata Fidel Castro Ruz, cuyo pormenorizado desenlace dejarasardónicamente señalado en su ingeniosa sinópsis periodística La castroenteritis aguda, reproducida con luminoso lujo de detalles en uno de los importantes medios informativos españoles -El País Internacional-donde el laureado literato cubano solía colaborar con proverbial permanencia.
Incuestionablemente válido resulta destacar lo aseverado por un connotado narrador europeo, Juan Goytisolo, suaquilatado “amigo de toda la vida”, considera que toda la creatividad combativa de su artística artillería intelectual, mientras prolíficamente desempeñó su talentosa actividad creadora en su idílica eidolatrada ínsula barataria, hasta el hálito final de su espantoso exilio que lo apartó de su reconfortable regazo natal, fue imperiosamente asumida con absoluta responsabilidad y como una magnífica”mezcla ejemplar de humor y de rigor ético”.
Su existencia siempre la concibió conscientemente encauzada por empedrados caminos que conscientemente lo conminaban a involucrarse en afrontar riesgososretos, dentro y fuera del entorno geográfico y geopolítico de su cubanía, que significativamente supo sortear en virtud de su inquebrantable ideal y primordiales principios, paradigmáticamente coherentescon la lealtad y honestidad que prevalecieron al consagrarse a entregar su encomiable esfuerzo por las mejores y magnánimas causas de la condición humana a la que hidalgamente ofrendó su humísticaheredad imperecedera. Sin embargo, la muerte lo arrebató alevosamente al frustrar una de sus más altruísticas aspiraciones, al abrigar con enconada esperanza la utópica convicción soñadora de retornar…