Al filo del agua o la revolución inminente, en el centenario de AGUSTÍN YÁÑEZ
Estimulante observar que ya nada arredra a lectores y lectoras que participan en el Café Velada de la Biblioteca “Juan Rulfo” (UNAM-ESECA): ni las 387 páginas que en letra apretada nos ofrece en su novela Al filo del agua, de 1947, el escritor mexicano Agustín YÁÑEZ; ni los innumerables mexicanismos que no han sidoobstáculo para entender esta obra costumbrista, pero con particularidades en su estilo que le significaron un puesto de importancia en las letras hispanoamericanas desde el momento de su aparición. Este libro fue el tema del Café Velada del pasado 22 de septiembre ya que este año se conmemora el primer centenario del nacimiento de su autor: 4 de mayo de 1904, en Guadalajara (Jalisco).
La novelaestá situada en un pueblo en el Estado de Jalisco, pueblo muy característico por su geografía de áridos contornos y en zona de difícil comunicación con el resto del país. El autor nos describe el ambiente de la época, en una sociedad mexicana en la que la religión católica juega un papel preponderante, situación que, en mayor o menor grado, comparten los países de América Latina y de otraslatitudes, en opinión de los presentes. Así mismo se señalaron algunas similitudes con el ambiente de los pueblos en los cuentos de Juan Rulfo.
Ese poder de la religión católica se ejerce, en el relato, a través del cura párroco, quien con su celo extremo controla todos los momentos de la vida de los feligreses de la parroquia. Con todo, su autoridad no impide que se cometan abusos, típicos de sociedadeslatifundistas, porque su percepción de la profesión del sacerdocio lo induce a desterrar de su vida personal y de la de sus “ovejas”, hasta la más ligera manifestación de libertad de expresión, y de alegría o de ternura por sus semejantes. El autor ahonda en la psicología de los personajes y nos muestra cómo sus vidas están tan entrelazadas con las diarias prácticas religiosas hasta que,finalmente, la vida de todos en el pueblo progresivamente va fundiéndose con la elaborada liturgia de las ceremonias católicas. Pero sobre todo hacia el final, el ritmo repetitivo y creciente del relato, desemboca ya en actitudes de auto reflexión y de protestas más o menos veladas, de parte de los norteños y de otros visitantes, que irán anunciando el desenlace previsto de la
“revolufia”. Estar al filodel agua, expresión que se usa para decir que está a punto de llover. Y así culmina esta obra con el inminente estallido de la revolución, después de haber descrito a través de sus páginas cómo se viene cargando de presagios el ambiente de este pueblo, agobiado por la imposición de todo lo que termina reconociendo el cura de la parroquia como: [su estéril celo por la pureza, su casa para ejerciciosespirituales, los largos años inútiles de severidad contraproducente.] p. 385*, hasta el punto de llegar, él mismo, a considerar la revolución como una posible solución.
Pueblo de canicas desbordadas, Pueblo casi fantasma donde las vidas-canica chocan y estallan sigilosamente, recatadamente, podría decirse que con vergüenza, haciendo sonar sus cristales al ritmo velado de las campanas, ritmohipócrita.
Las canicas podrían llamarse Marta, María, o Micaela. O Damián, o Julián, o Luis Gonzaga. Se vive la agonía de debatirse entre hacer lo que se anhela o lo que se debe. Concupiscencia. Arrepentimiento. Los días del año pasan como una cuaresma larguísima, con una angustia contenida, a punto de quebrarse sobre los cuerpos en lutecidos que habitan un lugar sin nombre, resguardado por unoscuantos montes. Lo que importa decir es que el cura Dionisio Martínez tenía unas sobrinas como de la edad de Micaela, muchacha que llegó al pueblo cambiadísima después de haber conocido Guadalajara y a México. Después del esplendor de las ciudades a Micaela toda la gente le parecía boba y ridícula, incluso Marta y María. Y de puro aburrimiento se divertía dándole vuelo a los hombres. Todo lo veía…