El perdon

El Milagro del Perdon
Spencer W. Kimball

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Prólogo
Y hacía Dios milagros extraordinarios….
(Hechos 19:1 l).

uestro Señor, Jesucristo, es ese Dios de milagros. En una ocasión dijo a los creyentes judíos: “Y conoceréis la verdad, y la verdad os hará libres” (Juan 8:32). ¿Puede compararse milagro alguno con el que jesús nos proporciona de “… desatar lasligaduras de impiedad, soltar las cargas de opresión, y dejar ir libres a los quebrantados”? (Isaías 58:6). Sanó a los enfermos, echó fuera demonios, calmó la tempestad y aun resucitó a los muertos. Pero, ¿puede milagro alguno igualar al que libra a los hombres de las cadenas de la ignorancia, la superstición y la transgresión? El Profeta José Smith dijo: “Mejor es salvar a un hombre que resucitar a unode entre los muertos.” Pablo el apóstol dijo: “¿Dónde está, oh muerte, tu aguijón? ¿Dónde, oh sepulcro, tu victoria?, ya que el aguijón de la muerte es el pecado…” (1 Corintios 15: 55, 56). Y esto impele a decir: “No hay tragedia, sino en el pecado.” Este libro no tiene por objeto entretener, sino más bien el serio propósito de presentar pasajes de las Escrituras, experiencias y exhortaciones conla esperanza de que por medió de estas cosas muchos sean persuadidos a arrepentirse de sus pecados e indiscreciones, y se dediquen a purificar y perfeccionar sus vidas. Este propósito surgió de los años que he dedicado al ministerio como presidente de estaca y como apóstol, durante los cuales he pasado por muchas experiencias en mi labor con los transgresores, especialmente aquellos que hanincurrido en pecados sexuales, tanto en los vínculos del matrimonio como fuera de ellos. Siendo las Escrituras la firme base de la ley y la felicidad, constantemente he sentido la necesidad de hacer una selección de pasajes que yo pudiera recomendar a los

N

ofensores. Mis apuntes de estas referencias crecieron hasta llegar a constituir la colección de la cual proviene la presente obra. En vistade que los hombres y mujeres son humanos y por lo regular de mente carnal, y por motivo de que usualmente es más fácil hacer lo malo que lo bueno, y “por cuanto todos pecaron, y están destituidos de la gloria de Dios”, tal vez he citado mayor número de pasajes de las Escrituras sobre este tema del pecado sexual que cualquier otro. Para curar las enfermedades espirituales que nos ahogan e infestannuestras vidas, el Señor nos ha dado un remedio seguro, a saber, el arrepentimiento. Había sido mi determinación jamás escribir un libro, y más resuelto me sentí al leer estas palabras de Job: “¡Quién me diera que… el Omnipotente testificara por mí aunque mi adversario me forme proceso!” (Job 31:35). Tres razones principales me hicieron cambiar de parecer. Primero, la necesidad. Cuando casi deldiario me veo en contacto con hogares destrozados, hijos delincuentes, gobiernos corruptos y grupos apóstatas, y comprendo que todos estos problemas vienen como consecuencia del pecado, siento deseos de exclamar junto con Alma: “¡Oh, si pudiera salir . . . con una voz que estremeciera la tierra, y proclamar el arrepentimiento a todo pueblo!” (Alma 29:1). De ahí que, este libro indica la gravedadde violar los mandamientos de Dios; muestra que el pecado sólo puede traer el pesar, el remordimiento, la desilusión y la angustia; y advierte que las pequeñas indiscreciones se vuelven más grandes y finalmente se convierten en transgresiones mayores que exigen fuertes castigos. En vista de la propagación y gravedad de la transgresión sexual y otros pecados mayores, éstos se recalcan en formaparticular. Se proporcionan señales de peligro y pautas para reducir el riesgo de que uno sea inducido ciegamente a entrar en senderos prohibidos.

Habiendo llegado a reconocer su grave pecado, muchos tienen la tendencia de abandonar la esperanza, a causa de que no tienen un conocimeinto claro de las Escrituras y del poder redentor de Cristo. En segundo lugar, pues, escribo para hacer la gozosa…