Dios

Unidad II: ¿NECESITO A DIOS?

VII. LA INVITACIÓN A LA FE Y SU ACOMPAÑAMIENTO PARA UNA PRAXIS LIBERADORA
Francisco Santos

Síntesis del Artículo |
Arrancando del «acto humano de fe» como un «acto vital», esto es, directamente entrelazado con las cuestiones del sentido de la propia existencia, el artículo describe la fe –siempre en relación con la «educación de los jóvenes a la fe»– más como«invitación» a un encuentro y a establecer una relación que como simple conjunto de contenidos o doctrina. Y más aún: un encuentro y una relación «salvadores» que pueden experimentarse a través de prácticas liberadoras vinculadas más específicamente a la fe en Jesús de Nazaret, el Cristo, el «Dios-con-nosotros». El artículo se cierra apuntando diversos aspectos concretos para acompañar la fe de losjóvenes con praxis liberadoras. |

Nuestro objetivo es doble: manifestar que la vida tiene sentido desde la fe, y que la fe puede aportar a ese sentido un carácter liberador que lleve a una realización plena de las posibilidades humanas. El análisis que ofrecemos pretende reflexionar sobre la fe en las condiciones sociales, culturales y juveniles actuales y desde ellas ofrecer un posibleitinerario de educación e incorporación de la fe partiendo de su acogida positiva y orientando hacia una práctica de la fe en la vida cotidiana.

1. 1. El acto humano de fe, un acto vital

Desde el punto de vista actual, la fe es una cuestión que suscita incómodas reacciones. Nuestra cultura experimenta un deseo de obtener resultados tangibles en todas sus acciones que supedita todacredibilidad a esta condición. De este modo, abordar lo que en lenguaje creyente habitualmente llamamos verdades de fe supone una tarea no sólo extraña sino inútil. Es en esta línea en la que se intuyen dificultades muy enraizadas en la cultura que impermeabilizan ante cualquier intento de aproximación al asunto amplio y ya de por sí complejo de la fe.
A pesar de todo, surge continuamente en el hombre denuestro tiempo –como en el de todos los tiempos si extrapolamos la cuestión– la interrogación existencial acerca del sentido de la vida. Y es en los distintos atisbos de respuesta donde el hombre va re-definiendo su propio concepto de fe en unas coordenadas más amplias de las que en nuestro ámbito creyente cristiano hemos podido recluir el término. La ocasión que ofrece al hombre la reflexión sobrela propia existencia, su propia historia le puede llevar a plantearse bajo múltiples variantes el tema de la fe.

Encadenando pasos en este proceso, después de un interrogante acerca del sentido de la propia existencia –algo que todos acabamos por plantearnos en algún momento de la vida– surge la intuición convencida de que la fe –el creer– es algo habitual en nuestra vida y de lo cual nopodemos desprendernos. Lo que desde niños aprendimos en el colegio, lo admitimos basándonos en el conocimiento de nuestros maestros; las noticias que leemos a diario en los periódicos, nuestras relaciones cotidianas, la convivencia, la colaboración con otras personas en los más distintos ámbitos de la vida…, todo nos indica que no podríamos vivir si no creyéramos en los demás. Esta es la actituddesde la que intentaremos describir el posible itinerario y aplicar el valor de la fe al hoy de nuestra vida y a su sentido.
El carácter de la fe que destaca en este planteamiento es su capacidad de servir al hombre para interpretar su propio ser, su existencia, el sentido de su vida. Se descubre inmediatamente la necesidad de recuperar esta dimensión –la fe– en nuestra vida cuando nos percatamos deque el racionalismo, el inmanentismo, las ideologías humanistas reducidas a la «horizontalidad» en el modo de concebir la vida, las relaciones y el futuro han ido recortando parcelas del cristianismo abierto a la trascendencia.

No nos contentamos, además, con mostrar la licitud de la fe, ni siquiera su más que probable plausibilidad a la hora de entrar en diálogo con la ciencia y la razón,…